Comunidad en Santa Cruz enfrenta decisión de la UCR de cerrar escuela primaria

El cierre del centro educativo ha puesto tensión entre los padres de familia que tienen hijos estudiando ahí.

Redacción

Padres de familia en Santa Cruz expresaron su inconformidad tras conocer la decisión de la Universidad de Costa Rica (UCR) de cerrar el Centro Educativo UCR Santa Cruz, una escuela primaria que atiende a 90 niños. La noticia llegó sin aviso previo, sin espacio de diálogo y sin una explicación formal que sustente la medida.

Las familias cuestionan la falta de transparencia del proceso y señalan que han solicitado, sin éxito, los documentos que justifiquen el cierre. José Rubén Sanabria, padre de dos estudiantes del centro, lo resumió con una frase directa, “es un acto autoritario”.

El centro educativo nació en 2008 como parte de un esfuerzo social de la sede de la universidad en Santa Cruz. Desde entonces ha operado de forma continua en una región que arrastra décadas de rezago en acceso y calidad educativa. Actualmente, aunque la sede universitaria ya no ofrece carreras activas, la escuela se mantiene como uno de los pocos espacios que garantizan educación primaria en la zona.

Santa Cruz registra uno de los niveles más bajos de escolaridad en Guanacaste. El Índice de Competitividad Nacional 2024 indica que la población adulta del cantón apenas supera los 7,5 años de estudio promedio, una cifra que solo igualan Hojancha y Nandayure en la provincia. Para las familias del centro, este dato refuerza la urgencia de conservar una escuela que ha demostrado impacto positivo en la niñez.

El cierre propuesto genera preocupación entre las familias, quienes advierten que sus hijos quedarán sin opciones educativas accesibles en el corto plazo. Aunque la universidad ha mantenido silencio ante los reclamos, el sentimiento en la comunidad es de abandono y desprotección.

Durante años, el Centro Educativo UCR Santa Cruz ha representado más que una estructura física. Ha sido un punto de encuentro, un espacio de contención y una puerta de entrada a mejores oportunidades para niñas y niños que, de otro modo, enfrentarían condiciones educativas aún más precarias.

Las familias han comenzado a organizarse en busca de respuestas. Insisten en que no hay argumento técnico ni social que justifique el desmantelamiento de un proyecto que ha funcionado. Para muchos, el centro representa una de las pocas políticas concretas de equidad educativa en una región históricamente relegada.

Desde la comunidad persiste una pregunta que aún no tiene respuesta, ¿qué clase de universidad retira su respaldo a una escuela que transforma realidades?

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