Un producto que respira

Por Luis Castrillo Marín

Hace muchos años en cursos de una herramienta de investigación que se denomina análisis del discurso eran moneda común escuchar varios principios epistemológicos para adentrarse en el uso de esa técnica“A veces es más importante lo que se calla que lo dicho”, “El uso del lenguaje nos define”, “El texto sin contexto es puro pretexto” y algunas otras ideas fuerza que permitían desmenuzar como el ser humano –que se distingue de los animales precisamente porque habla, aunque algunos sin razonar mucho- usando las palabras para construirse la imagen de una realidad que siempre es compleja y multicausal.

Esta breve reflexión me vino a la mente a partir de un desafortunado incidente ocurrido el 9 de enero en el hospital La Anexión de Nicoya donde la atribulada madre de una niña clamaba para recibir una mejor atención de parte de la Caja Costarricense del Seguro Social.

Las redes sociales de la era digital nos pusieron sobre aviso de la angustia de la joven solicitando un trato digno, pero llama la atención que la respuesta de uno de los médicos encargados del nosocomio guanacasteco se refiriera a la infante recién nacida como “un producto” como si se tratara de una bolsa de jabón o alguna lata de alimentos próxima a caducar.

No estoy seguro de si en la jerga de la medicina o de la CCSS los profesionales de la salud –de gran valía y talento innegable- acostumbran a calificar a sus pacientes como cosas, pero en verdad que es muy dudoso.

Caso contrario pienso que aquí cabe una directriz institucional para modificar semejante terminología que parece más apropiada para referirse a los procesos de trabajo de la Inglaterra de inicios de la Revolución Industrial en la segunda mitad del Siglo XVIII.

El buen trato a los pacientes –quienes con sus aportes son los que pagan una buena parte del funcionamiento de la Caja – debe ser el primer mandamiento del personal, en su inmensa mayoría funcionarios abnegados y con una mística digna de aplaudir.

Cualquier política pública de salud que ponga en segundo plano a los pacientes debe ser combatida en todos los frentes. Necesitamos acciones robustas para elevar en la CCSS el servicio al cliente que, a ojo de buen cubero, ya suma varios años de un franco deterioro aparejado a las eternas listas de espera, la falta de una infraestructura moderna como hemos visto en Cartago y Limón -para citar apenas dos lugares- amén de la fuga de profesionales atraídos por las mieles del sector privado.

Lo ocurrido en Nicoya no tiene nada que ver con una cosa o “producto” porque estamos hablando de algo que se diferencia de los objetos inanimados e inertes por una pequeña gran condición.

¡Sabe respirar!

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