El país continúa bajo la sombra del crimen

Cantidad de homicidios en lo que va del año casi iguala a los sucesos del 2024

Redacción

Entre 2024 y lo que va de 2025, Costa Rica ha registrado una continuidad inquietante en la violencia letal. Según los datos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), las víctimas por homicidio doloso pasaron de 618 en todo el 2024 a 604 en los primeros nueve meses de 2025, una aparente reducción que debe leerse con cautela, ya que el año aún no concluye y las cifras podrían variar en el último trimestre.

A nivel provincial, el mapa revela contrastes. Puntarenas presentó una disminución marcada, de 115 homicidios en 2024 a 88 en lo que va de 2025. Guanacaste mantuvo exactamente la misma cifra en ambos periodos, 55 víctimas, lo que significa que la violencia en ese territorio se ha estabilizado en niveles todavía preocupantes. San José, en cambio, muestra un aumento notorio, pasando de 163 en 2024 a 200 en 2025 hasta septiembre, desplazando la carga estadística hacia el área metropolitana.

Armas, víctimas y patrones de género

Las armas de fuego siguen siendo la herramienta dominante de la violencia letal. En 2024 se registraron 487 homicidios cometidos con arma de fuego frente a 486 hasta septiembre de 2025, prácticamente sin cambios. Los homicidios con arma blanca se mantuvieron en 59 en ambos años. 72 en 2024 a 59 en 2025 hasta ahora, son los homicidios que se realizaron con otro tipo de arma.

La violencia afecta mayoritariamente a hombres. En 2024 hubo 567 víctimas masculinas frente a 51 femeninas; en 2025, hasta septiembre, la proporción se mantiene con 556 hombres y 48 mujeres.

Móviles del crimen y la inquietante alza de “ajustes de cuentas”

Los motivos registrados muestran transformaciones preocupantes. Los homicidios catalogados como ajuste de cuentas aumentaron de 404 en 2024 a 454 en 2025 hasta septiembre, lo que apunta a una intensificación de conflictos ligados al crimen organizado. Por el contrario, las muertes por discusión o riña descendieron de 77 a 58 y los homicidios cometidos en el marco de otro delito también bajaron de 38 a 27.

Un dato que exige explicación técnica es el salto de casos “por determinar”, que pasaron de 17 en 2024 a 69 en 2025, aunque solo hasta septiembre. Esa alza puede reflejar tanto demoras investigativas como un cambio en los criterios de clasificación.

Víctimas colaterales y perfil etario

Las víctimas colaterales disminuyeron de 35 en 2024 a 25 en lo que va de 2025. En cuanto a rangos de edad, la franja de 18 a 29 años sigue siendo la más afectada: 245 víctimas en 2024 frente a 221 en 2025 hasta septiembre. Llama la atención el aumento en el grupo de 50 a 64 años, que pasó de 36 a 47, y la reducción entre los mayores de 65, de 21 a 10. También creció la categoría “desconocido”, de 6 a 25.

Ritmo mensual y estacionalidad

La distribución mensual revela movimientos: enero de 2025 superó al del año anterior (79 frente a 70); marzo también subió (84 frente a 75); mientras que febrero y agosto tuvieron descensos. Septiembre, al corte de este informe, muestra 21 homicidios frente a 33 en el mismo mes de 2024, aunque faltan aún los últimos tres meses del año, tradicionalmente variables.

Enfoque en Guanacaste y Puntarenas

En Guanacaste la cifra de homicidios se ha mantenido en 55 víctimas en ambos períodos, un estancamiento que refleja tanto persistencia de la violencia como la dificultad de aplicar políticas preventivas en una provincia donde confluyen turismo, tránsito de drogas y comunidades rurales con menor cobertura policial.

Puntarenas, por su parte, registra un descenso importante, de 115 en 2024 a 88 hasta septiembre de 2025. Esta caída podría responder a operativos focalizados, cambios en dinámicas criminales o incluso a desplazamiento de la violencia hacia otras provincias, aunque los especialistas advierten que el riesgo de repunte es alto.

Implicaciones para la política pública

Los datos muestran que el fenómeno homicida en Costa Rica está marcado por la violencia organizada y los ajustes de cuentas. El predominio del arma de fuego y la concentración de víctimas en varones jóvenes siguen siendo los principales desafíos. La ligera caída nacional hasta septiembre de 2025 no permite aún hablar de tendencia sostenida.

Para Guanacaste, la persistencia en los niveles de violencia obliga a revisar la eficacia de las intervenciones actuales. En Puntarenas, la reducción da un respiro, pero plantea la pregunta de si es resultado de políticas públicas efectivas o de factores coyunturales que podrían revertirse.

La ligera caída nacional entre 2024 y 2025 oculta realidades dispares, Guanacaste mantiene niveles que la comunidad observa con inquietud, Puntarenas logra un descenso relevante, y San José asume un incremento que lleva la mayor parte de la carga. El predominio del ajuste de cuentas y del arma de fuego exige una respuesta estatal sostenida, técnica y con enfoque territorial. Para las familias de las víctimas y las comunidades afectadas, cada cifra representa una pérdida irrecuperable; para el país, un desafío urgente de seguridad, investigación y política social que no admite demoras.

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