Alerta sanitaria por bacteria peligrosa y fraude en otros alimentos

El caso de la chuleta de cerdo ahumada no es el único, otros alimentos son diariamente alterados en todo el mundo, las autoridades sanitarias hacen un llamado a estar alertas

Se recomienda al consumidor buscar los establecimientos con certificación de procedencia de sus productos, como en este caso la carne, esto da garantía de que lo que está consumiendo cumple con lo ofrecido.

Redacción

El Ministerio de Salud en días pasados emitió una alerta urgente tras el hallazgo de la bacteria “Listeria monocytogenes” en algunas chuletas de cerdo ahumadas. Este descubrimiento ha generado alarma debido a los graves riesgos que representa, entre los que se incluyen la listeriosis, una enfermedad infecciosa que puede ser letal en casos graves.

La Listeria monocytogenes es un patógeno especialmente preocupante porque puede causar desde síntomas leves como fiebre y náuseas, hasta complicaciones severas como meningitis, encefalitis, sepsis y abortos espontáneos en mujeres embarazadas. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la tasa de mortalidad en personas que desarrollan listeriosis puede alcanzar hasta un 30 %, lo que subraya la peligrosidad de este brote.

Fraude alimentario a nivel globa

El incidente con la chuleta de cerdo ahumada resalta un problema mayor que va más allá de la presencia de bacterias, la adulteración de alimentos. Este fenómeno, que ha crecido de manera alarmante en las últimas décadas, involucra la manipulación deliberada de alimentos con fines económicos, a menudo a expensas de la salud del consumidor.

Un reciente estudio hecho por expertos en certificación de cadenas productivas y publicado en marzo pasado en la revista científica Journal of Food Protection, analizó más de 15 000 registros sobre fraudes alimentarios entre 1980 y 2022, identificó a los 10 alimentos más propensos a ser adulterados, entre los que se encuentran la leche de vaca, el aceite de oliva extra virgen, la miel de abeja y la carne de res.

El fraude alimentario puede tomar muchas formas, desde la dilución de productos con ingredientes más baratos, hasta la adición de aditivos no declarados o incluso peligrosos. Por ejemplo, el aceite de oliva extra virgen, un producto de alto valor en el mercado, es a menudo mezclado con aceites de menor calidad sin que esto se indique en la etiqueta. En la carne de res, se han detectado casos donde se incluyen cortes de otras especies animales, lo que no solo es engañoso sino que también puede desencadenar reacciones alérgicas graves en personas sensibles a ciertos tipos de carne.

Además de estas prácticas, la adulteración de alimentos puede involucrar la adición de aditivos artificiales para cambiar la apariencia o el sabor, la omisión de ingredientes en las etiquetas y el uso de biocidas o pesticidas prohibidos en ciertos países. Estas tácticas no solo buscan maximizar las ganancias a costa de la calidad del producto, sino que también pueden representar un grave riesgo para la salud.

Impacto en la salud pública y la confianza del consumidor

El fraude alimentario no es solo una cuestión económica, tiene profundas implicaciones para la salud pública. Cuando los consumidores compran un producto pensando que es seguro y genuino, cualquier adulteración no solo compromete su bienestar físico, sino también su confianza en los sistemas de regulación y vigilancia alimentaria. Este tipo de fraude puede tener consecuencias letales, como lo demuestra el caso de la leche en polvo adulterada con melamina en China en 2008, que resultó en la muerte de seis bebés y la hospitalización de otros 300 000.

Para evitar ser víctimas de estos fraudes, los expertos recomiendan a los consumidores estar atentos a las ofertas que parecen demasiado buenas para ser verdad, verificar los sellos de inspección en los productos y, en caso de detectar cambios en el sabor o la textura de un alimento que compran regularmente, comunicarse con las autoridades sanitarias.

El caso de la chuleta de cerdo contaminada en Costa Rica es un recordatorio de la necesidad de una vigilancia continua tanto por parte de las autoridades como de los consumidores. En un mundo donde los fraudes alimentarios son cada vez más sofisticados, la detección temprana y la acción rápida son esenciales para proteger la salud pública y mantener la integridad de los alimentos que consumimos.

Según datos de la Agencia Reguladora de Alimentos en Estados Unidos de Norte América (FDA, por sus siglas en inglés) el fraude o falsificación en los alimentos genera pérdidas de alrededor de $40 mil millones de dólares americanos cada año. Los datos de los expertos mencionan que el 46 % de los casos en los que las personas consumen un alimento adulterado representa un riesgo potencial para la salud.

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