Redacción
José Ramón Benito Ruiz, invitó a los liberianos a sumergirse en la noche del sábado 29 de noviembre, en una velada especial como el gran Mariscal del Festival Blanca Navidad 2025, en la capital guanacasteca.
El tiempo me está ganando mama (así sin acento en la á final), a lo guanacasteco, con voz ronqueta, espetó a Karla Ramírez, de Radio Pampa, entre un cerco de micrófonos apostados en las inmediaciones del parque «Mario Cañas Ruiz».
A Benito lo conocí a mis 10 años. Erase el final de los años 60. Ensayaba con la banda de la escuela Laboratorio, diágonal a la casa del amigo Arnulfo Carmona «Pajito», en Moracia. Yo, tocaba un triángulo, que, entre los redobles, apenas lograba escucharlo. Cerca de ahí Benito «Caca», por qué de ese apodo, no lo sé, merodeaba con un equipo infantil de futbol. Ahí me metí, después de los ensayos, lo que no imaginaba era que para no jugar en la calle había que buscar cancha. Así nacieron los voluntarios para ir a arrancar troncos a la hoy vetusta cancha de Moracia.
A José Ramón le deben esa iniciativa y no a otros que se han vestido con linaje ajeno. Y lo digo porque fui parte de ese grupo de mozalbetes primerizos, que fuimos bajo esos soles vespertinos, a sacar troncos. Después llegaron otros a llevarse la gloria de Benito, hoy una cuenta pendiente al gran Mariscal.
Medio siglo después me reencuentro con un Benito muy diferente, a sus 80 años, cumplidos el 2 de setiembre pasado.
Es un Benito distinto en lo físico, apoyado a un trípode – bastón -, por su extremidad metálica, sin perder el sentido del humor y su memoria. No hace falta preguntar ante un espíritu locuaz.
Invitado por don Eduardo «Barí» Torres, un prospecto que cambió el balón por las ciencias contables, me reencontré con José Ramón, en una improvisada tertulia de acera, al estilo liberiano, bajo la sombra de un palo (árbol) de mango.
Hombre no veo nada, veo como si estuviera entre las brumas de Cambronero… nada mi hermano, pero se quién sos… hablame, hablame, en su oído está «su visión» para reconocer quién le habla. Entre su escasa visibilidad y con un apretón de mano, tras cinco décadas confirma su reconocimiento. ¿Y tú mamá como está?… ella murió, acoté… gran señora, murmuró.
Observó en esa sabatina tarde ventosa y refrescante, al gran líder comunal que en su afán de colaborar con la construcción de la iglesia San Martín de Moracia, cerraban la calle con un mecate para jugar a un lado los toros que iban, días después, a sacrificarse en Colorado o sacar a los estudiantes del (colegio) «Felipe Pérez» para halar escombros en pro de la naciente institución artística; o ser el primer agente de jugadores liberianos como el escurridizo «Cuyuca» Jirón, Eliú Morales, un malabarista con el balón; o el goleador Fernando «El Chino» Ruiz, cuando emisarios de El Carmen de Alajuela y Liga Deportiva Alajuelense, se acercaron hasta su casa en busca de recomendaciones de talentos.
Y es que Benito era incansable por su comunidad. No le importaba trasladar su paga en el grupo Talismán, de su propiedad, para acciones de bien comunal.
Hoy es su gran noche, le dice su vecino y expupilo Carlos Montoya, en la acera tertuliana, donde toda persona que pasaba saludaba con unas buenas tardes, norma perdida en la actualidad. A veces su mujer
María Mayra Angulo Espinoza o su hija Alejandra, salían a recordarle que debía alistarse para irse al Festival.
A ellas las secundé. Anda alistate hombre, ya casi pasan por vos… sos el Mariscal del Festival Blanca Navidad. Dejate de babosadas, replica, si solo me encaramo el pantalón, la camisa y nos fuimos, si no pasan por mí, como decía mi mamita, es porque algo puede pasar.
La gran noche había comenzado. La emoción es demasiada grande… el tiempo me está ganando mama… Era el mensaje de José Ramón Benito Ruiz… el Mariscal del Festival Blanca Navidad 2025.
