El Ministerio de Hacienda anunció con bombos y platillos que enviaba a la Asamblea Legislativa un plan de aumento de impuestos para armarse de cara a la negociación, ante el Fondo Monetario Internacional (FMI), un préstamo que solventaría las maltrechas finanzas públicas en los próximos años; de no hacerlo, estarían seriamente comprometidas las arcas estatales.
Este anuncio sacudió a un porcentaje importante de la población, rechazando tajantemente la creación de más impuestos. Sectores empresariales piden el recorte del gasto sobre nuevos tributos, las voces populares se elevan por varios flancos: sindicatos alarmando sobre posibles despidos, pymes alegando quiebra y cierre, empobrecimiento, todo por culpa de la propuesta, la cual, ni siquiera, ha salido de Cuesta de Moras.
“Ese niño nació muerto”, dirían algunos. Diferentes fracciones parlamentarias han externado su rechazo de golpe al plan del Poder Ejecutivo. Desde Zapote, en realidad, diagonal a la esquina suroeste del Teatro Nacional, Elián Villegas indica sin ambages que los impuestos son necesarios y no es sorna.
Pero, ¿por qué la renuencia de los costarricenses a nuevos impuestos en momentos de dificultad? Ciertamente el país está sumido en una crisis sin precedentes y las palabras del Ejecutivo son incordias para la población, en su mayoría. Los tributos anunciados se creen inevitables, por lo menos así parece.
El anuncio es bastante acre, ¿quién desea pagar más impuestos? Nadie en su sano juicio. Se puede pensar que hay muchas otras opciones como reducción del gasto, eliminar privilegios, fusionar instituciones, todas son sueños de opio en momentos en los que se necesita medidas prontas y no a futuro como se podría dar con estas.
¿Dónde radica el rechazo del pueblo? La negativa del pueblo o de la gran mayoría no está en no aplicar estas directrices, el problema de Zapote radica en la comunicación, esta es tosca, lo cual deja a todos cariacontecidos.
El Ejecutivo planteó mal la cuestión desde un principio, no ha sabido explicar con claridad lo que se requiere, incluso indican que por un “error” encajaron el proyecto del tren eléctrico en el plan, un fallo de $1.500 millones, groso desliz. Un error es una falta ortográfica, no introducir un proyecto millonario que tiene bemoles de unos cuantos millones de dólares anuales, por varios años. El Poder Ejecutivo no ha sabido negociar este nuevo plan con el pueblo, claramente la comunicación no es el fuerte de la administración Alvarado Quesada, extraño si tomamos en cuenta que el Presidente de la República es periodista.
Carlos Alvarado se enfocó en otras aristas, pero no ha hecho por donde mejorar la comunicación por ningún lado. Las oficinas de prensa atiborran con comunicados los teléfonos y correos de los periodistas, pero no es una comunicación asertiva, menos cuando va en una sola línea o, si hay dos vías, una es una autopista del Poder Ejecutivo hacía los medios y de los medios al Gobierno se transita por un camino de mulas y en época de invierno.
Ahí es donde ha fallado el plan. Deben de replantear la forma y, claramente, el fondo del mismo, pero tener una mejor comunicación con la ciudadanía es vital, algo que actualmente carece. ¿Necesitamos sanear las arcas estatales? Sí. ¿Se necesitan nuevos impuestos? No es claro si esa es la ruta, como le dijo la Defensoría de los Habitantes, “nuevos impuestos transgreden los derechos humanos de los más vulnerables”. Lo que si queda claro es que ni Carlos Alvarado, Elián Villegas, Pilar Garrido, ni algún otro ministro han podido comunicar de una forma clara este nuevo golpe y por qué debemos aguantarlo. ¡Ahí se ha equivocado, Presidente!