
Chepe Raíces
Saturnino significa “el que siembra”, en honor al dios romano Saturno, y José, bíblicamente, “Dios proveerá”.
En resumen, puede decirse que don José Saturnino, por sus nombres, y de apellidos Cardozo Otazú, es un guaraní de Nueva Italia, en el Departamento Central del Paraguay suramericano, conocida como tierra de labriegos o agricultores. Llegó para sembrar y proveer nuevas figuras y conocimientos de élite en la dirección técnica liberiana.
Este hombre, con sus cualidades innatas de bondad, responsabilidad y liderazgo, vino a Liberia a sembrar la cultura del profesionalismo y de ahí los resultados: tras varios lustros, el equipo volvió a las instancias de las semifinales del fútbol costarricense.
Al “Diablo Mayor”, máximo goleador del balompié paraguayo con 415 dianas, nada lo doblega, ni siquiera el dinero. Quizás por eso le dijo no al Herediano y, supongo, no quiso ser uno más de los que pasan velozmente por la pasarela florense. No se expone a ser escudero ni “flor de un día”.
Para Pepe Cardozo no hubo excusas ante la derrota o el triunfo y, sin mezquindades, reconoció la superioridad del rival. Con tono educado, sin aspavientos y sin perder la cordura ante las cámaras y micrófonos, supo disimular las tradicionales preguntas cansinas.
“Competir” fue su concepto estandarte, un principio que inculcó en un equipo que, durante esta primera fase, nunca salió de la zona de clasificación. Llegó a renovar una entidad a la que impregnó disciplina, respeto y profesionalismo.
El “Príncipe Guaraní” es un técnico distinto, un hombre que prefiere estar donde es feliz y levantarse con ganas de trabajar. No es de aquellos a quienes les hace falta la metrópolis como a La Volpe o Matosas, ni anda por ahí de “lamebotas”. Sus resultados hablan en la cancha, como en el pasado lo hicieron sus goles en las redes.
Ya lo vimos codearse con la crema y nata del fútbol mundial en el sorteo de la Copa del Mundo 2026, en el Centro Kennedy, en Washington D. C., y horas después aparecer humildemente en el estadio Fello Meza, en Cartago, donde clasificó a Liberia a la fase final del torneo.
Saturnino, el que siembra nuevos pinos con futuro tricolor y más allá de nuestras fronteras, vino a competir y, como buen labriego guaraní, ya comienza a recoger su cosecha.
