
Redacción
En el rompiente de Punta Rocas, donde el mar golpea con honestidad y no hay segunda oportunidad para el error, un adolescente costarricense demostró que la fuerza de sus sueños puede igualar a la de las olas. Carden Jagger, de 14 años, nacido en Liberia y residente en Playa Grande, se impuso este martes en su heat de la categoría Sub-16 del Campeonato Mundial de Surf Junior, una competencia que reúne a más de 400 surfistas jóvenes de 57 países.
El resultado fue claro y contundente: 12,33 puntos — frente a 9,93 de su rival inmediato, Roberto Clambor de Uruguay — y el paso firme hacia la segunda ronda. Detrás de ese puntaje, sin embargo, hay algo más que destreza sobre la tabla. Jagger cargaba historias de olas en Guanacaste, madrugones en aguas cálidas, golpes, caídas, tablas reparadas y una ilusión de cambiar su destino.
“Este debut es excelente, porque me permite tener mucha más confianza para las siguientes rondas, que sé que van a ser un poco más difíciles”, dijo Jagger apenas salió del mar.
Una comunidad que surfea con él
En Playa Grande y Tamarindo, sitios que vieron crecer su pasión por el surf, sus amigos, entrenadores y vecinos siguen con emoción cada heat. Para ellos, su triunfo no es solo una victoria individual: representa la apuesta de una comunidad costera por un joven que, con una tabla bajo el brazo, lleva el nombre de Costa Rica al otro lado del continente.
“Tuve mucha seguridad para elegir las olas correctas desde el inicio, eso me ayudó a mantener el liderato durante casi todo el heat”, explicó Jagger. Su calma, casi inusual para alguien de su edad, demuestra que la madurez de quienes sueñan con romper barreras puede nacer en las playas más remotas.
El desafío apenas comienza
La próxima etapa lo enfrentará con surfistas de Brasil, Barbados e Inglaterra. El nivel es alto, la competencia feroz, y las olas de Punta Rocas no perdonan. Pero la tensión de una final mundial —y la responsabilidad de representar a un país entero— Jagger ya la conoce: la siente en cada remada, en cada caída, en cada mirada expectante desde la arena.
Mientras tanto, detrás de él, una red de apoyo discreta pero sólida sostiene su camino: patrocinadores locales e internacionales, entrenadores que le enseñaron a leer el mar, tablas lijadas por manos gastadas y familias que creyeron primero. Jagger no compite solo: compite por un país, por una costa, por un sueño compartido.
Un torneo que reúne al mundo
El Mundial Junior de la International Surfing Association (ISA) convoca a jóvenes surfistas Sub-16 y Sub-18 de decenas de países, desde potencias de olas como Australia hasta lugares poco tradicionales en este deporte. En ese escenario global, el éxito de un chico de Guanacaste se vuelve parte de una narrativa más amplia: la de un mundo interconectado por el surf, las mareas y el deseo de superación.
Son más de 400 competidores, cada uno con su historia, su cultura, su tabla, su mar. Todos compiten por una corona, pero el triunfo de Jagger —aunque sea una medalla— ya trasciende resultados: es un símbolo de que, en el surf y en la vida, las olas más grandes no siempre vienen del mar. A veces vienen del corazón.
