Esperanza contra el cáncer de páncreas

Esther Castillo Jiménez

El cáncer de páncreas, uno de los más agresivos y de peor pronóstico en el mundo, podría tener un nuevo frente de batalla, el receptor ALK7. Aunque los avances son iniciales, diversas investigaciones revelan que este, podría convertirse en una vía prometedora para frenar la progresión tumoral y, sobre todo, la temida metástasis.

ALK7, conocido también como Acvr1c, pertenece a la familia del Factor de Crecimiento Transformante beta (TGF-beta) y responde a señales de moléculas como la activina B. Desde hace más de dos décadas se sabía de su presencia en tejidos como el páncreas y los adipocitos, donde regula procesos como la apoptosis o muerte celular programada. Sin embargo, en los últimos años pasó a ocupar un papel central en la investigación oncológica.

En 2019, un equipo de la Universidad de Cornell (EE. UU.), liderado por el doctor Esak Lee, utilizó modelos innovadores de “tumor-on-a-chip” para observar cómo las células del adenocarcinoma ductal pancreático interactúan con vasos sanguíneos artificiales. Los resultados mostraron que la señalización mediada por ALK7 puede debilitar el endotelio vascular y facilitar la invasión de células cancerosas.

Esa línea de trabajo se consolidó en 2025 con un estudio publicado en Molecular Cancer, desarrollado entre Cornell University y laboratorios de Corea del Sur. Los científicos demostraron que ALK7 activa rutas “no canónicas” a través de la proteína beta-catenina, lo que potencia la transición epitelio-mesenquimal y la producción de enzimas metaloproteinasas (MMP). Ambos mecanismos degradan la membrana basal de los vasos sanguíneos y favorecen la intravasación: el paso de las células tumorales al torrente sanguíneo, paso crucial en el proceso metastásico.

De forma esperanzadora, el mismo estudio comprobó que al inhibir ALK7 (tanto genéticamente como con fármacos experimentales) la propagación tumoral disminuyó de manera significativa en modelos animales. Las membranas basales se mantuvieron íntegras y la intravasación se redujo, lo que abre la puerta a posibles terapias dirigidas contra este receptor.

Sin embargo, el papel de ALK7 no es uniforme. Investigaciones lideradas por el científico Douglas Hanahan en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL, Suiza) muestran que en tumores neuroendocrinos pancreáticos y en el cáncer de mama este receptor puede funcionar como una “barrera natural” contra la metástasis, induciendo la apoptosis de células malignas. En esos casos, una alta expresión de ALK7 se asocia a menor agresividad tumoral y mejor pronóstico.

Estos resultados aparentemente opuestos reflejan la complejidad del cáncer: un mismo receptor puede desempeñar funciones distintas según el tipo de tejido, el microambiente tumoral y las moléculas que lo rodean. Lo que sí resulta indiscutible es que ALK7 se ha convertido en un actor clave en la biología del cáncer de páncreas y en un objetivo prioritario para la ciencia médica.

Cada avance en este campo representa una luz de esperanza para pacientes y familias, recordando que la investigación no se detiene en su búsqueda de soluciones frente a una de las enfermedades más devastadoras de nuestro tiempo.

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