Luis Castrillo Marín*
La reciente presentación oficial del Partido Aquí Costa Rica Manda (AQCRM) –denominación con un cierto tufillo ultraconservador y maniqueo- abrió un capítulo inédito en el mundo de la comedia política.
Quienes salieron en carrera del Partido Progreso Social Democrático (PPSD) tienen el tupé de apoyar a otra agrupación, pero sin dejar de lado las tiendas originales, como diría Facundo Cabral: “No son de aquí, ni son de allá”.
Para terminar de meter más complejidad al asunto desde Casa Presidencial, funcionarios de Zapote impulsan el grupo Pueblo Soberano que también reclama la herencia ideológica –si cabe término para describir un amasijo de ocurrencias amorfas- del Chavismo criollo.
La crisis del sistema de partidos y de buena parte de la democracia liberal como la conocemos ya nadie la discute, se viene diagnosticando desde por los menos hace 30 años, incluso antes de que el francés, Maurice Duverger, acuñara el concepto de Oligarquización en referencia a las agrupaciones políticas que, con el paso del tiempo, tienden a encerrarse en sí mismas.
El cúmulo de síntomas es variopinto: reducción de la calidad de los cuadrados de dirigentes, alejamiento del contacto con las bases de apoyo, creación de maquinarias únicamente para ganar elecciones, actitudes permisivas con los actos de corrupción y; además, una falta pasmosa de capacidad gerencial para resolver los problemas que aquejan al ciudadano común.
Ahora el doble sombrero de los nueve pseudo disidentes del PPSD acaba de agregar otro punto –aunque es de vieja data- aún más negro a esa larga lista de fallas estructurales. Me refiero a la emboscada política porque durante la época electoral se pidió el favor de los votantes bajo una bandera, pero a los pocos meses, sin el menor sonrojo, saltaron a otras tiendas sin renunciar al partido “taxi” que los llevó al poder.
En Argentina a ese transfuguismo se le conoció como la Maniobra Menen en alusión al fallecido expresidente, Carlos Saúl Menen, que en tiempos de campaña se auto presentaba como un político fiel a los preceptos socialdemócratas, pero una vez llegado a la Casa Rosada era un seguidor a pie juntillas de las recetas de los organismos financieros internacionales.
Aquí la pregunta es muy sencilla ¿Este ornitorrinco político llamado AQCRM cuánto tiempo de vida tendrá? ¿Será que en un par de años el grupo de los nueve saldrá de nuevo en carrera para fundar otro partido y así sucesivamente hasta el final de nuestros días acumulando militancias por doquier?
Una cosa si es cierta el colectivo de los nueve está formado por hombres y mujeres de una gran imaginación capaces de argumentar, sin el menor empacho, que la tierra es plana, el sol está frío, las vacas pueden volar, y una cabeza puede usar dos sombreros, todo por amor a Tiquicia.
¡Faltaba más!
*Periodista y Politólogo, UCR