La Voz de La Pampa visitó a don Hugo Jiménez, experto criador de toros de monta para hablar de sus pasiones en especial del animal que lo volvió famoso, ganando un nombre de respeto entre los expertos del mundo taurino, de las tablas, el redondel y el “¡puerta pariente!”.
Redacción
«Violento» lo agarró y lo pegó contra un tronco. El golpe de aquel toro dañó sus costillas y partir de ahí su fuerza y bravura vinieron a menos hasta perder el brillo labrado en los tablados, barreras y arenas de todo el país.
«El Chirriche», un toro propiedad de don Hugo Jiménez, jugó 117 veces un invicto limitado en las tierras de San Pedro de Lagunilla de Santa Cruz, donde le hicieron la pega terminando con sus aventuras en las plazas del país. El sueño de don Hugo llegaba al final con el retiro por siempre.
En esas tierras santacruceñas donde acabó su trono, había nacido un bravío ternero al que don Hugo abrazó y catapultó a la gloria como uno de los mejores toros de monta rustica del nuevo milenio.
Jiménez, un puriscaleño de nacimiento llegó a Guanacaste a la edad de un año y hasta la fecha es un ciudadano adoptado por la pampa bravia.
A sus 70 años el mayor de los hombres de una familia de nueve hermanos recibió a La Voz de La Pampa en la terraza de su hogar, colindante con los terrenos y Corrales, donde pastaban unos 100 toros antes de la llegada pandémica del Covid-19.
De hablar pausado sobre una mesa rústica, cubierta con plástico y mantel amarillo, el ganadero meditaba cada respuesta embargado por el dolor del recuerdo de su viejo amigo, reflejado por instantes en la pérdida mirada vidriosa de sus ojos verdes o por los silencios nostálgicos de su mente, entre cada frase.
«No sé dónde está, le perdí el rastro. Se lo vendí (El Chirriche) a un ganadero de San Carlos, después de que lo pararán aquí (al Chirriche), en San Pedro», dijo Jiménez.
La incertidumbre por no saber del paradero del mediático toro rompe los sentimientos de Iván Alvarado, un amigo de la familia y quien. escribió en la foto de retablo obsequiado a don Hugo, como regalo de su 60 cumpleaños, en alusión al Chirriche, que «nunca terminará en los ganchos de una carnicería» y su descanso eterno será en la hacienda El Bosque. Por ahora sigue en espera ese deseo al no conocerse dónde están los restos del mediático animal.
En la memoria de don Hugo afloran recuerdos de una bravura extrema pero no mañosa y matrera de un toro que se ganó el cariño y fama del público, por sus saltos espectaculares para quitarse de sus lomos a montadores, que hoy siguen con vida.
«Fue un toro que no mató a nadie. Algunos montadores se retiraron después de besar la arena o por las secuelas de la rudeza de sus golpes como uno que perdió un ojo durante unas fiestas en Herradura, donde «El Chirriche». le respetó la vida.».
Tras sorber una taza con café ante la calor de un mediodía invernal en la bajura santacruceña, el criador de toros recordó, con pesar, esas corridas en Herradura.
«El montador cae cerca de donde estoy yo, rebota contra el suelo y queda sentado.»El Chirriche». da media vuelta y corre hacia el montador para rematarlo… «yo solo grité Chirriche no lo haga…» el toro al reconocer mi voz frena de golpe y se aleja de aquel montador malherido, que tras perder el ojo permaneció un mes inconsciente en el hospital; después de ahí se retiró de la monta”.
«En otra ocasión «El Chirriche» llega por primera vez a Zapote. Lo noté incómodo por compartir el mismo espacio con otro animal. Me acerco y lo veo llorando, limpio las lágrimas y le digo: esta noche sos el campeón, dos saltos de altura y una redondera cerca de la salida y te quitas al montador. Si me entendió mueva las orejas.».
Horas después pañuelos revolotean con aplausos a un obediente animal, que tras un movimiento de orejas selló su primera noche mágica en las fiestas de Zapote. En 12 años jugó limpio cuatro veces en ese redondel con un palmarés nacional de 117 fechas invicto.
Otros toros como el «Violento», «Tamalpisque», «Chisvala», emularon con poca luz mediática la deslumbrante carrera del toro al que «Violento», su compañero de campo lo anduvo jodiendo en las costillas para vencerlo en una encarnizante pelea «cara a cara», en la hacienda El Bosque.
«Violento», era un «monstruo» de animal al que todos los toros le tenían miedo hasta que se encontró con «Chirriche», una pelea empatada, pero con secuelas delicadas para la estrella de la monta nacional.
Y es que este toro además de su estrellato en las arenas del país atrajo la atención de personas que planearon secuestrarlo por las cercanías de Río Frío».
«Ante esas amenazas para el toro, procuré una póliza de aseguramiento por el que me ofrecieron dos millones de colones de seguro, en un animal cuyo valor superaba esa cifra.», expuso Jiménez.
Con la venta de «El Chirriche», un frondoso y careto semoviente negro, con mancha blanca en el centro de su frente, y la llegada el covid 19, bajó para don Hugo la actividad de la cría de toros de monta.
«El covid para mí fue un descanso, aquí era arduo el trabajo todos los días y principalmente los fines de semana, al despachar a varias fiestas lotes de toros de los 100 disponibles para enviar a corridas en todo el país.
«Yo vi que lo del covid iba para a largo y vendí a ganaderos que si pagan… Ahora tengo ahí varios toretes de crianza y estoy más dedicado al ganado de carne». El criadero lo mantiene gracias a las hijas de «El Chirriche». «Ese toro pintaba muchas hembras y pocos machos. Mi amigo Iván me dijo que con el cruce de las hijas del Chirriche y los hijos del Chisvala y otros toros buenos, algo de calidad tenía que salir… y así fue».